Hoy es un día especial. Se celebra el Día de la Madre, un día para hacer sentir especiales a esas personas que tienen el don de dar la vida.

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Más allá de regalos, comidas y tartas, hay algo más profundo y pendiente en esta celebración y que no tenemos que olvidar: devolver los besos y las caricias que nos dieron. Porque devolver los besos y las caricias a nuestras madres es el mejor regalo que podemos hacerles como muestra de agradecimiento por habernos dado la vida y por habernos amado desde nuestro primer llanto y hasta el día de hoy.

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Te propongo que hagas un ejercicio mágico que seguro que te hará revivir momentos muy especiales. Cierra por un momento los ojos e intenta recordar tu infancia. Piensa en tu madre y recuerda como ella te protegía y te cuidaba con sus dulces manos cada vez que necesitabas que estuviera ahí. Recuerda la sensación que sentías cuando esas manos recorrían tu cuerpo cuando eras un bebé, acariciándote llenas de amor y ternura. Seguro que si te concentras lo suficiente todavía podrás sentir su piel junto a la tuya, la suavidad de sus besos, de su cara, de su cuerpo, su calor... porque la piel tiene memoria. Una memoria que nos ayuda a no olvidar lo importante de la vida y que hoy tenemos que sembrar también en nuestras madres para que también recuerden cada día el amor que les profesamos.